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lunes, febrero 09, 2015

CRÓNICA DE UNA JORNADA DE DESIERTO. 31 DE ENERO.

"Tu sabiduría es un misterio para mí/ es tan alta que no alcanzo comprenderla" (Salmo 139)

Corría el día 31 de del pasado mes cuando un grupo de amigos en el Señor se puso en camino hacia algo desconocido. Todos iban a un mismo sitio pero... cada uno a su ritmo, desde sitios distintos y a horas diferentes. Como si se tratara de un paréntesis dentro de su vida agitada. 

El punto de encuentro para todos ellos era una finca de secano, llamada los Villares, en memoria de aquella villa romana cuyos vetustos restos se alzan todavía en una de sus placetas. Se trataba de un sitio indóneo para que un pueblo dejara de ser nómada y allí se asentara con el objetivo de aprovechar los cuantiosos recursos existentes en aquel hábitat especial y de esta manera poder subsistir. 

Aquella fría mañana del día de San Juan Bosco unos ignoraban el sitio al que acudían... Otros no conocían el tipo de experiencia en el que iban a participar. Fuere lo que fuere, todos se dirigían a aquel lugar recóndito con una misma inquietud. Si los romanos lo encontraron adecuado para poder vivir alli por los recursos existentes (riachuelo, fauna, condiciones propicias para el cultivo de la vid, olivos y cereal), este colectivo de jovenzuelos también lo consideró apto para propiciar su encuentro con Aquel que les llama por su nombre... Aquel que les calma sus inquietudes y los invita e impulsa a lo más, al MAGIS... Aquel que los conduce a una vida mucho más próspera que la que pueden propiciar valiosos pero efímeros recursos. 

Allí, en los Villares, cada uno, desde su experiencia, le pondría después un nombre a dicho encuentro y le supondría un sentimiento, el suyo, único e irrepetible, pero, tras el encuentro, todos volverían a su realidad ruidosa con un pensamiento común, aquel del Obispo de Hipona: "Pero tú eras más íntimo que mi propia intimidad y más alto que lo más alto de mi ser..." (Confesiones III, 6, 11). El Señor no deja a nadie indiferente...

Conforme iban llegando los participantes, el Amigo les daba la bienvenida de las formas más llamativas. A unos en forma de ciclogénesis, a otros a través de la lluvia y algunos con importantes ráfagas de viento. Sobre las diez comenzó el retiro con aquella premisa que dijera en su día un célebre jesuita: "El cristiano del Siglo XXI o es místico o no es cristiano". A dos coros se entonó aquel apreciado salmo 139 (138) y también se leyó aquel fragmento de la Carta de San Pablo a los Hebreros, 4, 12 y ss que comienza con aquel versículo 12 que dice así"La Palabra de Dios es vida y eficaz y más cortante que una espada de doble filo".

Sea como sea, la Palabra de Dios es vivificante y las circunstancias de alrededor pueden permitir que nos empapemos de la misma y así facilitar el encuentro. Tal es así que si a la sombra de un pino, es bonito oir el piar de los pájaros y la correr de las aguas, más bonito o, mejor dicho, más profundo es sentir en aquella estampa dentro de tu corazón aquella dulce voz que te dice: Yo te amo (Jn 15,9). Te he llamado por tu nombre (Is 43,1), tu eres mío. Antes de haberte formado en el seno materno, te conocía(Jer. 1,5). No me has elegido tú a mí, sino que fui yo quien te eligió (Jn 16,16)

La Voz del Señor transforma la vida si te dejas penetrar por ella. Y uno de sus medios idóneos para ello es el silencio. Una las frases de aquel material que se repartió decía: EL silencio es el sol del amor y madura los frutos del alma... Si estuviera privado de silencio, el amor no tendría ni gusto ni perfumes eternos...

Mientras un loyolo saboreaba estas letras, cerró los ojos, se detuvo en ellas y contemplando distintas fotografías del album de su vida, le nació el dar gracias por todos aquellos encuentros con el Señor en los que ha sido su Amor el que lo ha llevado a amar a otras realidades y personas, fotografías que en algún momento deseó con sus manos romper y que ahora admira conteniéndose la emoción.

Y para poder oir esa voz del Señor, es necesario mucho silencio. Tal es así que el marco de los Villares es idoneo y un medio para llegar a ese "silencio sonoro". Muchas cosas se dijeron en aquella plática de inicio, muche leyó en el material preparado y y mucho se compartió en la Celebración de la Eucaristía. Lo que sucedió en el corazón del hombre tan sólo Dios lo sabe, el único capaz de escrutar los corazones de los hombres. Loado sea Dios!!

Y como aconsejaba San Ignacio en relación con los EEEE, tras un buen rato de oración, buena comida y buen expansionamiento. Viandas de todo tipo se acercaron al calentor de una chimena donde, entre muchas risas, chistes, reglas para filtrear y el resonar de una guitarra, transcurrió aquella invernal y divertida tarde mientras uno, anodado, contemplaba a través de la ventana de la habitación la caida de unos copos de nieve que, al llegar al suelo, no llegaban a cuajar.

PD: Un fragmento de aquél textto repartido decía así"Observa esta ventana: no es más que un agujero en la pared, pero gracias a ella todo el cuarto está lleno de luz. Así, cuando las facultades están vacías, el corazón se llena de luz. Al estar lleno de luz se convierte en una influencia por medio de la cual los demás se ven secretamente transformados."

PDY todos volvieron a sus lares con el firme propósito de buscar silenciosos encuentros, hermosas ventanas en medio de su vida iluminada de bombillas eléctricas.

Que prefieres: luz electrica o luz procedente del Sol???

Y Dios en medio de todo. Al lado de la chimenea animosa y en medio del verde bosque.  

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