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lunes, marzo 09, 2015

MEDITACION MARCHA AL CONVENTO CARMELITAS DE ALGEZARES 14/3/2015

Aqui os pongo la meditación que he preparado en nombre de nuestra Comunidad para la peregrinación-marcha que tendremos el próximo sábado día 14 de marzo. Para que aun cuando no os sea posible acudir, podais compartir con nosotros esta reflexión:



Nada te turbe, nada te espante;
Todo se pasa, Dios no se muda;
 La paciencia, todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene, nada le falta:
Solo Dios basta.

Nada te turbe, nada te espante; nos dirá Santa Teresa.
La turbación y el espanto hacen que nos paralicemos, impide nuestro movimiento y provoca desconfianza, haciendo imposible el encuentro confiado con aquel que nos ama y nos llama. Frente a ello, Santa Teresa vive su vida y nos invita hoy en día a caer en la cuenta de que debemos confiar plenamente en Jesucristo para que su espíritu nos guíe. Es una llamada por tanto a confiar, confianza nada fácil precisamente en los momentos en los que más necesitamos dejarnos llevar y elevar nuestro pensamiento por encima de los agobios que pueden estar más o menos presentes.
No es algo sencillo sobre todo porque justo en las ocasiones de nuestra vida en las que más necesitamos confiar en él, parece que más nos cuesta hacerlo. Da vértigo pensar que no vemos nada y que al mismo tiempo parece que intuimos una salida de la que no tenemos claro nada, porque su llamada es tan contraria a lo que continuamente nos bombardean en nuestra sociedad occidental… Nos movemos en el camino de lo que creemos que es la llamada, pero desde luego muchas veces es “a toro pasado” cuando podemos redescubrir que en ese camino que estábamos tan perdidos, Dios permanecía a nuestro lado y nos sostenía en el silencio.

Todo se pasa, Dios no se muda.
Junto a la confianza en Jesucristo que nos llama, nos dirá la Santa que todo se pasa, todo salvo Dios mismo. Nuevamente nos sentimos atraídos para poner todas nuestras esperanzas en Dios y beber como la samaritana de ese pozo de agua viva que calmará nuestra sed para siempre.
Si todo se pasa salvo Dios, entonces, ¿por qué dejarnos llevar por los placeres aparentes? ¿Por qué nos empeñamos en tener los ídolos que hoy en día no son otra cosa que una huida de este mundo?
Santa Teresa nos invita a caer en la cuenta de que corremos un peligro si nos dejamos maravillar por cualquiera de los muchos ídolos aparentes, y es que estas nuevas formas de adoración son tan falsas que aun cuando al principio podamos sentirnos llenos, pronto se pasan y nos volvemos a sentir profundamente vacíos, no encontrando el sentido que buscamos. Sin duda es una experiencia que la propia Santa experimentó a lo largo de su vida, y por eso ella misma nos exhorta diciéndonos: «Pero si erramos en el principio queriendo luego que el Señor haga la nuestra, y que nos lleve como imaginamos, ¿qué firmeza puede llevar este edificio?» (Segunda Morada I, 8).

La paciencia todo lo alcanza.
Sigue la oración sobre la que estamos reflexionando haciendo mención de una de las virtudes que para todo peregrino que como Santa Teresa camina en la búsqueda del “Camino de perfección”, necesita tener presente.
Mantenernos pacientes y constantes en la oración diaria es mantenernos a solas con quien de verdad nos ama de un modo absoluto e incondicional, porque orar con Dios es la única vía segura de avanzar en intensidad y profundidad en esa relación de amistad con quien nos habita y nos crea.
El peregrino sabe que caminando por las sendas del conocimiento de la cercanía de Dios avanzamos dulcemente hacia el proyecto soñado por Dios para cada uno de nosotros, alentados por el Espíritu Santo vamos poniéndonos al servicio de su voluntad y con constancia y paciencia vamos recorriendo ese camino que nos lleva hacia él.
Somos llamados de un modo tranquilo, sosegado y alegre, de tal manera que perseverando en la oración podemos alcanzar a vivir en la verdad.

Quien a Dios tiene, nada le falta: Solo Dios basta.
Finalmente, Santa Teresa vivió su vida con esa libertad que te da el estar totalmente centrado en Dios. Vivió absolutamente liberada de ataduras y como consecuencia, participa con nosotros a través de la oración de esa profunda experiencia que sólo algunos llegan a vivir.
«Los Santos, antes que héroes esforzados, son fruto de la gracia de Dios a los hombres. Cada santo nos manifiesta un rasgo del multiforme rostro de Dios» (Papa Francisco).
Santa Teresa recibió esa gracia de tener a Dios y solo a Dios en el comienzo y en el final de todas sus obras, Dios mismo y su amor eran el origen de sus obras, y Dios mismo y su amor eran el objetivo perseguido con las mismas.
La exigencia a la que la propia Santa se sometía en su actuar es también consecuencia de esa cercanía de Dios que en su interior palpitaba, y es que el amor preferencial por los pobres como motor último de su vida era el modo como ella misma sentía que debía hacer viable el proyecto de Dios en su mundo.
Aprendamos de Teresa de Ávila y pidamos que como ella, caminemos por este mundo alegres y comprometidos con los crucificados de nuestra realidad, esos que pasan tan desapercibidos por nuestro lado; y que aprendamos a mirar a nuestro alrededor con la mirada limpia y pura de quien ha recibido la gracia de la cercanía y la presencia de Dios. Que nos dejemos prender por el fuego de Teresa de Jesús.

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