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martes, noviembre 19, 2013

RETIRO DE ADVIENTO. 16 de noviembre.

Dando la bienvenida al frío, y por fin al invierno, recibimos un nuevo día. Un día de retiro de Adviento. A primera hora de la mañana, en el punto de encuentro, comienzan a aparecer los más madrugadores. Y con cara de soñadores partimos en coche hacia Bullas, donde nos espera una naturaleza sin par y una casa, la casa de Jesu, que en realidad es una prolongación del Cielo.

Es allí, en el Chaparral, donde todos vamos llegando poco a poco. Los primeros tenemos la suerte de encender el fuego de la chimenea dando un calorcico magnífico.

Es tiempo de Adviento y se acerca el momento cuando Dios se convierte en hombre para nuestra salvación. El nacimiento de Jesús está próximo.

El inicio del retiro se hace en la iglesia o ermita construida con piedras y maderas que la hace tan singular. La pequeña iglesia, sin apenas adornos, todos ellos desgastados por el paso del tiempo, te hace pensar en el contraste que existe entre la pobreza exterior de lo material y la riqueza interior de las personas que estábamos allí.

El momento de la oración te da la oportunidad de encontrar tu sitio entre tanta naturaleza, los árboles, los animales y el aire puro. Todo lo que nuestros sentidos perciben, a través de la naturaleza, hace que se desplacen otros sentidos como la orientación temporal, que desaparece. Es fácil olvidarse de los minutos y los segundos. Con todo esto no existen dificultades y cada uno de nosotros tenemos esa gran oportunidad de hacer oración en tales circunstancias.

Después celebramos la eucaristía al aire libre. A pesar del frío los rayos del sol te hacen olvidar que estamos a 8 grados centígrados.

Con todo, con la ayuda que hay detrás de toda la preparación para celebrar este día. En la organización desde el más pequeño detalle hasta la ayuda del grupo de boy-scouts cuidando de las hijas e hijos de las familias.

Finalizado el retiro comienza la etapa de la comida con la protección que da el calor que desprende la leña encendida. Organizamos las mesas como si fuera aquello un auténtico puzzle, hasta las sillas tienen una sola posición posible.

La mesa de la comida se convierte en una auténtica fiesta donde se comparte entre todos la comida, empanadillas, pasteles de carne, sándwiches, bizcochos cuyas recetas son secretas (preguntadle a María), las galletas fritas de Toñi (que desaparecen como la pólvora), el buen vino, el flan de café de auténtico flan y café italiano... Aquí se compartía todo hasta la ensalada de Alejandro ;-).

Ya con la sobremesa de por medio vienen algunas sesiones de fotos. Algunos presentes se ponían a emborrachar los bizcochos con vino, esto me deja perplejo, no había visto algo así.

Cuando ya va cayendo el sol y queda apenas una hora de luz se inicia el safari con la ayuda de dos vehículos “propulsados a motor” pero que luego a saber como los frenas. Jesualdo y Vicente se ponen en la piel de guías turísticos como si estuviésemos dentro de la película Jurasic Park. Son ellos en quienes confiamos la suerte de esta aventura.

Podría empezar contando el final de la aventura, donde a través de las ventanas empañadas, en medio de toda la oscuridad y apareciendo de la nada, vemos a un señor con gorro (con la figura de Néstor) cogiendo una cuerda y haciendo algo que no sabemos con unas puertas. Pero esto era un susto menor.

Reunidos y repartidos entre dos jeeps. La suerte echa los dados y Vicente consigue colocar la primera marcha, que con mucha fortuna lo hace realmente bien. Únicamente tenemos problemas con el freno de mano, aparte de otros problemas que no queremos identificar.

A lo largo de la travesía vemos, en varias ocasiones, grupos de ciervos subiendo las pendientes de las montañas. Pero lo mejor es cuando vemos reunidos varias familias de ciervos y jabalíes desde lo lejos, pero con la ayuda de los prismáticos todo es más fácil.

Y ya va cayendo la noche que con una luna llena espectacular que nos da la despedida de este inolvidable retiro de Adviento.

Por Federico

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